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martes, 20 de diciembre de 2011

He visto a un tío disparar dentro de un supermercado con una recortada. No era una gran película, pero los disparos hacían buenos agujeros y las caídas eran buenas también. Había una chica. Una pelirroja que trabajaba de camarera. Casi todo el tiempo estaba el tío de la recortada disparando sobre todo lo que se movía y sobre lo que no se movía: botes de tomate frito y cajas de fideos, Pero a ratos aparecía la chica, y bueno, ella sabía que aquello no estaba bien, pero aún y así le quería. Él era un tipo duro, con la cara picada, y ella era una de esas camareras de película. Cuando no estaba disparando, el tío iba a recogerla al bar. La subía en su coche y la llevaba a la playa. Ella sabía que no era un santo, pero también sabía que él nunca iba a apuntarla con la recortada. Así que lo pasaba bien. Se tumbaban en la arena. Entraban y salían del agua. Se daban besos y follaban. Ella era todo lo feliz que puede ser una preciosa camarera. Cuando al tío le pillaron, ella estuvo siempre a su lado. Había disparado a niños y a mujeres. El jurado no podía ni mirarle a la cara. Dijeron que era un animal salvaje, pero ella siguió queriéndole. Sabía que lo de la recortada no iba con ella. Siguió queriéndole después de que le frieran en la silla. No era una gran película, ¿sabes?, pero era un gran amor. 

1 martinis secos:

raindrop dijo...

No todos ven lo mismo en una persona.
El amor marca una gran diferencia.

besos