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miércoles, 16 de octubre de 2013

Quizá

Parece que sólo hay un tipo de vida posible, un tipo de ropa, de costumbres, una forma de pensar. Da igual que seas más o menos raro, al final los estereotipos están dentro de ti como también lo están tus riñones.
Un día conoces a una mujer soltera, de, no sé, digamos treinta años. Vive sola. A ti te da pena de repente. La miras y sientes que a ella también le da pena su situación. Es otra Bridget Jones que espera que pase ALGO, y ese algo siempre es un hombre.
Parece que hay que emparejarse, tener hijos, una casa, ninguna ambición de una vida distinta (ni siquiera hablo de una vida mejor).
De pequeño soñabas con ser astronauta o con vivir en Japón. Ahora te conformas con trabajar en una inmobiliaria que poco a poco se va a la ruina y con llevar una vida gris. Alguna vez vas al fútbol con el hermano de tu mujer, y alguna vez bajas a los niños diez minutos al parque. Ahorras todo el año para viajar seis días en verano a alguna ciudad con playa. La ciudad te da igual. La playa también. Vivirás esos seis maravillosos días en un hotel con fruta de plástico en la recepción, con grandes palmeras que has visto en otros cien hoteles y con niños que se mean en la piscina. Luego volverás a la oficina, más cansado que antes de irte, y empezarás a ahorrar para pagarte el siguiente paraíso. 
No irás a museos, sólo verás películas de Antena 3, no harás ninguna carrera más y por supuesto no cumplirás ninguno de los sueños de tu infancia. Tampoco lo intentarás, porque son infantiles, ridículos, porque no tienen sentido.
Quizá un día empieces a ir a misa, o quizá intentes arreglar un mueble de la cocina, o quizá, además de ahorrar para tu viaje anual, empieces a ahorrar para un monovolumen muy feo donde meter a los cuatro niños que no puedes cuidar.
Un día te levantarás y tendrás una cana, o mejor, la almohada estará llena de pequeños pelos que se despiden de tu cabeza para siempre. Entonces te olvidarás de tu felicísimo matrimonio y empezarás una aventura con Ana, la del trabajo, a esa a la que no le importa que tu barriga no te deje ver tu cinturón.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

un hombre solo


viernes, 31 de mayo de 2013

Cuando mil quilómetros nos separan
-quilómetros más, quilómetros menos-
y nos deseamos
en ciudades diferentes
separadas entre sí
el cordón umbilical es el teléfono
oigo tu voz
me como tus vocales
devoro tus eses y tus eles
me palpita el sexo con tu risa
nos contamos las cosas del día
“me ha entrado un apetito voraz”, me dices
y enumeras una lista inverosímil de alimentos
incompatibles entre sí
pimientos verdes y chocolates
empanadillas y lentejas
arroz con leche y pisto.
En cambio yo no he conseguido comer nada
el estómago cerrado como una tapia
la tapia de tu ausencia
el hueso duro de los mil quilómetros de distancia.
Tú engordarás
yo me volveré anoréxica
“un amor romántico” anotarás en tu dietario
“una pasión autodestructiva”, sentenciaré yo,
siempre pesimista
y la Telefónica lucrará con nuestras cuentas
la Telefónica aumentará sus ganancias
el cordón umbilical
el hilo estremecedor del cable
o el móvil, señores y señoras,
a veinticinco pesetas el mensaje.

miércoles, 13 de marzo de 2013





El arte es la perfección de la naturaleza. La naturaleza hizo un mundo y el arte otro.

jueves, 28 de febrero de 2013

si digo patria





Si digo patria
digo casa y potrero,
callecita o escuela,
barrilete de trapos,
compinches de la infancia.

Usted entiende
bronce de a caballo,
fanfarrias y cañones,
arengas de frontera,
memoria ensangrentada.