No hay muchos sitios de Madrid donde no te secuestren un sábado a las 2:30 de la madrugada.
Qué triste que no existan sitios así, aunque lo realmente triste es necesitarlos. Podría estar de fiesta, borracha y descontrolada, pero estoy en la cama, casi a las seis de la mañana, y lo único que quiero es arrancarte la cabeza.